Autora: Soror S.G.+
En nuestras vidas son inevitables los avatares. Pero ya sabemos con que armas contamos, cual es nuestro arsenal, una de nuestras armas más poderosas es la ORACIÓN Y EL SILENCIO.
Nada hay nuevo bajo el Sol, así como nosotros atravesamos todo tipo de dificultades, así también nuestros ancestros padecieron, clamando al Altísimo en los días de sus angustias y dando testimonio de que el Padre siempre consuela, sana, acrisola, y salva a sus hijos, recompensando la Confianza y la Fe depositada, en un amigo leal.
Así encontramos a David, clamando a Yahvé en el Salmo 86,
1.Escuchame, Señor, atiéndeme pues soy pobre y desdichado, guarda mi vida, pues soy tu amigo: Tú eres mi Dios, salva a este siervo tuyo que en Ti espera, ten piedad de mi Señor, pues te estoy llamando a todas horas, alegra el corazón de este siervo tuyo, pues hacia Ti señor levanto mi alma.
15. Más Tú, Señor misericordioso y compasivo, paciente y lleno de Amor y de lealtad, ven conmigo, ten compasión de mí; dale fuerza a este tu siervo,
En el Salmo 91, se nos dice que si guardamos los Mandamientos de Dios, de nada hay que temer, ante nada hay que temblar, nada ha de robar nuestra Paz, y si algo consigue perturbarnos, debemos utilizar nuestras armas de inmediato, porque nosotros que vivimos bajo la protección del Dios Altísimo y moramos a la sombra del Dios omnipotente, le decimos al Señor;
Tú eres mi fortaleza y mi refugio, eres mi Dios en quien confió, pues Tú me liberas de la Red del Cazador, de la peste mortal, me cobijas bajo tus alas y nosotros nos refugiamos bajo tus plumas.
Tu lealtad será para nosotros nuestro escudo y armadura, no temeremos el temor de la noche, ni a la flecha que vuela por el día, ni a la peste que avanza en las tinieblas, ni el azote que asola el mediodía.
Aunque a nuestro lado caigan mil y diez mil a nuestra diestra, a nosotros no nos alcanzarán. Nos bastará abrir los ojos y veremos que los malvados reciben su merecido, ya que hemos puesto nuestro refugio en Dios y nuestro cobijo en el Altísimo. A nosotros no nos alcanzará la desgracia, ni la plaga llegará a nuestra tienda, pues Tú has ordenado a tus Santos Ángeles que nos guarden en todos nuestros caminos, y nos lleven en sus brazos para que nuestros pies no tropiecen en piedra alguna, andaremos sobre el león, la serpiente, pisaremos al tigre y al dragón.
Porque te has unido a Mi, Yo te librare y te protegeré, pues conoces Mi Nombre, de qué has de temer. Si me llamas, Yo te responderé,estaré contigo en la desgracia, te librare y te llenare de honores, te daré una larga vida, te haré gozo de Mi salvación.
Es por ello, que en los momentos inevitables de aflicción que cada uno de nosotros esta atravesando o atravesará, en su sendero, debemos depositar TODA NUESTRA CONFIANZA EN DIOS, Y ABANDONARNOS EN LOS BRAZOS DE SU SANTO ESPIRITU.
Dice el Señor: CONFIAD EN MI, porque está escriton Dichoisos los afligidos, porque ellos serán consolados. Maateo 5, 5.
Y dijo Jesús: Os aseguro que el que cree en Mi, hará todas las obras que Yo hago y las hará aún mayores que estas, porque Yo me voy al Padre y lo que pidáis en Mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo, lo que pidáis en Mi nombre Yo lo haré. Jn 19,12.
Abandónate en los Brazos de Dios.
Non Nobis
Copyright. Todos los derechos reservados. Orden de Sión