Jesús y sus discípulos entraron en Cafarnaún, y cuando el sábado siguiente fue a la Sinagoga a enseñar, todos se quedaron asombrados de lo que decía, porque no enseñaba como los letrados, sino con autoridad.
Estaba precisamente en la Sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo y se puso a gritar: “¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno?, ¿has venido a acabar con nosotros?. Se quien eres, el Santo de Dios”.
Jesús le increpó: “¡Cállate y sal de él!”. El espíritu inmundo lo retorció y dando un grito muy fuerte, salió. Todos se preguntaban estupefactos: “¿Qué es esto?. Este enseñar con autoridad es nuevo, hasta los espíritus inmundos les manda y le obedecen”.
Su fama se extendió en seguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.
(Marcos 1, 21-28).

Meditación

Señor, ante Tu autoridad y poder Divinos, unos te admiran y otros se escandalizan porque curas en sábado. Acepta mi decisión, tomada desde el corazón y con la mayor voluntad, de estar entre los que te aman, más que mi admiración no sea un sentimiento vano, sino que cada día de mi vida me mueva a seguir tus pasos.
Tu pasaste por el mundo haciendo el bien a todos…. ¿puede decirse lo mismo de mí?.

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