Dificil es el trozo de Evangelio en el que no leemos qué: “Jesús pasaba por…”. Jesús es presentado como un contínuo viajero, al encuentro de la Mesa y la Casa compartida, nos sorprendería leer cuantas veces Jesús hace referencia a la Mesa y al hospedaje como símbolos propios de la relación que mantiene con quienes les escuchan.
Jesús va al encuentro, quiere entrar en la Casa y en la Mesa de los hombres, no espera en el Altar a que acudan las gentes. “Dadle vosotros de comer”, nada de que se vayan a sus casas y vuelvan, como quería uno de sus Apostoles.
Jesús se mete en nuestra vida, se mete “donde no le llaman” pero le necesitan. Puede parecer raro, ¿verdad? ¿admitiríamos hoy a alguien que se mete en nuestra casa y mesa?
Claro, hay una diferencia…
Jesús se hace co-partícipe de los anhelos de las personas, de sus preocupaciones incluso mundanas, (comer, curar enfermedad), no les juzga ni les recuerda sus fallos porque sabe que la personalidad pone escudos y eso impide llegar al Alma. Jesús es el único que no insulta ni reprende a Mateo el Publicano…le pide que le invite a comer y le escucha.
Sólo entonces Mateo rectificará convirtiéndose en un Discípulo de primer orden.
A tal punto Jesús cree en esta metodología que muchos creyeron que apoyaba las actividades de los publicanos, cosa que si leemos en los Evangelios podemos ver que no es cierta.
Todos nosotros recaudamos impuestos para el César, somos publicanos como Mateo. Forma parte de nuestra personalidad una vida profana que compite continuamente con la Vida Sagrada y que hay continuamente que saber mantener a raya y debemos tener la humildad de admitir que diariamente recaudamos impuestos para el enemigo. Todos además somos muy aficionados a utilizar las traiciones de los hermanos para saciar nuestro kama manas “por su bien”. Todos además como Mateo antes de ser acogido amorosamente por Jesús nos defendemos con mil excusas para seguir traicionando cuando el camino templario consiste precisamente en dejar diariamente un poquito más de traición.
Los verdaderos Maestros no juzgan ni critican y los verdaderos discípulos no caen en el error de la autoconmiseración ni la autodisculpa. La solución de Jesús consiste en “comer juntos hoy”, eso le dijo a Mateo.
Non Nobis
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