De Jesús, se han dicho las cosas más bellas y también las más extravagantes, pero todas las cosas verdaderas que se han dicho de Él, no son más que facetas incompletas del que llamamos Hijo del Hombre y cuya figura trasciende a todas.

Que Jesús haya sido un gran Iniciado, esto lo reconocen tanto los sabios de Oriente como de Occidente; los de la antigüedad y los de ahora. Que Jesús haya implantado una Era Nueva, más de la mitad de la Tierra cuentan los días y años a partir de Su nacimiento, y como en esta mitad se encuentran los países más dinámicos, la otra mitad se deja llevar por el mismo ritmo.

En este breve trabajo, intentaré ofrecer unos datos, que permitan formar una opinión, quizás mas objetiva y acertada sobre esta faceta de Jesús, la más oculta y menos conocida de todos: La de Maestro Iniciador de la Nueva Era.

La Sabiduría que Jesús ha transmitido a la humanidad como proceso de Conocimiento, es lo que por lo general de llama Iniciación Crística. El Evangelio de Juan, llamado Evangelio Espiritual o el Evangelio del Verbo, con su complemento que es el Apocalipsis (también atribuido a Juan), es considerado como la base esencial del esoterismo Crístico. Este Evangelio, representa la síntesis de un proceso de Iniciación, utilizado por el cristianismo primitivo y más concretamente por los Esenios, los Hijos de la Luz. Esto se demuestra, con siete grupos de argumentos que, en el plano metafísico, tiene valor de prueba. Voy a exponer algún ejemplo de cada uno de estos grupos.

Argumento del Primer Grupo.

En este Evangelio, existen analogías asombrosas con los escritos Esenios, descubiertos en Qumrân en 1.947. Los exegetas cristianos, reconocen que estos escritos revelan en especial una misma concepción cosmogónica y una terminología común, como por ejemplo, la existencia de dos principios antagónicos: El de la Luz y el de las Tinieblas.

Argumento del Segundo Grupo.

Es notorio, que la redacción de los textos joánicos, haya sido realizada por quipos distintos, pero que tenían en común un mismo conocimiento, en particular, el de la Ciencia de los Números, que ha sido aplicada tanto en el Evangelio como en el Apocalipsis y con toda verosimilitud, éstos equipos eran Esenios. El conocido escritos francés Ernest Renan, en su “Vida de Jesús”, alude a la existencia de tal equipo.

Argumento del Tercer Grupo.

Para muchos, el destino del Evangelio de Juan es misterioso; los especialistas no han podido ponerse de acuerdo sobre su finalidad. Son numerosas las hipótesis al respecto, pero la mas lógica, apunta a la transmisión de un Conocimiento superior, pues, como Gran Iniciador, El Cristo debía necesariamente transmitir las Claves de Su Ciencia a sus discípulos mas cualificados, y poder así consolidar plenamente Su misión.

Argumento del Cuarto Grupo.

La composición y articulación del Evangelio y el Apocalipsis, ostentan la marca inconfundible de la Cábala Solar, es decir, la Potencia del número 22. En el Apocalipsis, tenemos 22 capítulos y en el Evangelio 21+1, cuyo Prólogo ha sido incluido indebidamente en el primer capítulo.

Argumento del Quinto Grupo.

Utiliza un lenguaje inequívocamente Iniciático, en el que destacan las palabras Luz, Vida, Verdad, Gloria, Unidad, Palabra, Amor, Espíritu…., y sobre todo, aparece una palabra que no figura en ningún otro texto de la Biblia, y es la palabra Esenia: Paráclito, que utilizaban para designar al Espíritu Santo.

Aparecen también diferentes claves de Números y en particular la del 7. En éste Evangelio, encontramos:

· 7 Milagros.

· 7 Discursos.

· 7 Símiles.

· 7 Etapas en la vida de Jesús.

· 7 Apóstoles en su última aparición en el capítulo 21 (tres veces 7; 7 x 3 = 21).

Pero también mencionan la sexta y la novena horas, los 38 años de la enfermedad del paralítico, los 153 peces de la pesca milagrosa, etc.

Argumento del Sexto Grupo.

Existen relaciones innegables entre el Evangelio de Juan y la Tradición Universal.

En la enseñanza de la Orden del Temple (reservada a su Comunidad), se demuestra que cada uno de los capítulos del Evangelio de Juan, se corresponde perfectamente con su clave numerológica y el correspondiente Arcano del Tarot. Por ejemplo, el Uno, que es el Ser en Su universalidad y que llamamos Dios, aparece en el primer capítulo en el Bautismo del Jordán; y el primer Arcano Mayor del Tarot, el Mago, corresponde a Jesús que inicia Su ministerio público, así como a sus primeros discípulos.

También hay que mencionar, la concordancia existente entre la doctrina Iniciática de Jesús y los textos atribuidos a Hermes Trimegistro que hablan del Verbo Creador y del Verbo como Hijo Primogénito de Dios, (el Libro de los Muertos, Ritual Funerario y Poimandres).

Argumento del Séptimo Grupo.

Este Evangelio, está repleto de Arcanos, que son procesos Iniciáticos, los cuales hacen penetrar al discípulo en un proceso alquímico de transformación interior.

Así por ejemplo, tenemos el Arcano de la Libertad: “El que guarda Mi Palabra, es verdaderamente Mi discípulo, conocerá la Verdad y la Verdad le hará libre”. O el Arcano de la Luz: “Yo Soy la Luz del mundo; el que me siga no andará en las tinieblas, sino que tendrá la Luz de Vida”.

La sucesión de los Arcanos, ha sido cuidadosamente ordenada según la Potencia de los 22, adquiriendo así el texto una eficacia y una fuerza extraordinarias. Puede afirmarse que de este Evangelio, considerado como la joya de la Biblia, emana una fuerza positiva y mágica, que ha inducido no solo a grupos religiosos, sino también a grupos esotéricos a utilizarle en sus ritos.

El Evangelio de Juan está dividido en dos partes. La primera, se compone de los 12 primeros capítulos, que tratan del ministerio público de Jesús y que son las bases de la Iniciación Menor, llamada tradicionalmente los Pequeños Misterios. Los 9 siguientes, los Grandes Misterios, constituyen la Iniciación Mayor.

Esta Iniciación Crística, es esencialmente operativa y transmutadora. Para constatarlo, basta echar una simple ojeada sobre los logros Iniciáticos que se consiguen con los pasos de la Iniciación Menor:

· Una salida definitiva de la búsqueda de la Verdad.

· Un cambio psíquico en el perfecto control de sí mismo y la edificación de un Santuario interno.· El despertar de la inteligencia del corazón.

· La fuerza de un pensamiento metafísico.

· La puesta en marcha de un proceso de regeneración integral.

· El ajustar la propia voluntad con la del Padre y el sentido de la justicia inmanente.

· La entrada efectiva en el mundo espiritual.· La superación de la muerte.

· La comprensión de la Ley del Sacrificio.

Estos son logros Iniciáticos reales y verdaderos, que constituyen un importante avance en el Sendero del Conocimiento y que no se pueden confundir con poderes psíquicos supra o paranormales.

Con esta Iniciación Menor, el Iniciado consigue asumir en sí mismo todo lo humano; sin embargo, con la Iniciación Mayor, deberá armonizarse con lo planetario y lo universal, porque es la Iniciación Suprema del Hijo de Dios, del hombre total, del nuevo Adán que integra en sí mismo, en una síntesis microcósmica, todos los mundos.

El Iniciado Crístico, vive en el plano superior del pensamiento; es un hombre cósmico, es decir, que su microcosmos está perfectamente regido por las mismas Leyes que rigen el macrocosmos sin infringir ninguna. He aquí algunos de los Grandes Misterios:

· La Misión. No se puede hablar de verdadera Iniciación sin que se produzca la aceptación previa y voluntaria de una misión que pasa por el sacrificio. Y la importancia de esta misión, está siempre en relación con el nivel de Iniciación alcanzado.

· El Conocimiento. No es el saber intelectual, ni el técnico, ni el científico, ni el artístico. Sencillamente no es saber, pues el Iniciado ha aprendido a saber que no sabe nada. El Conocimiento es mutación, mutación voluntaria y consciente. El Cristo hace del Conocimiento de Dios, la condición de la Vida eterna. (Juan cap. XVII. Vers. 3).

· El dar testimonio de la Verdad. Encontrar la Verdad es el principal reto del hombre, pues sin ella anda en tinieblas y no encuentra el sentido de su vida. Dar testimonio de la Verdad, es algo tan importante, que el Cristo afirma que ha sido objeto fundamental de Su misión.

· El Amor. Difícilmente se puede alcanzar el Amor, sin tener conocimiento de la Verdad. El Amor auténtico, el Amor-Espíritu, es una conquista Iniciática, que solo se alcanza con el acceso a la vida espiritual, pues Dios es su única Fuente, y este Amor, es un fuego transmutador que quema sin consumir.

· La resurrección por medio de la transmutación. Este ha sido el punto culminante de la Misión del Cristo, según la fórmula alquímica “el Espíritu redime la materia”. Su Espíritu, transmutó Su cuerpo físico en cuerpo espiritual; este es un hecho de gran importancia. No se produjo una resurrección de la carne, sino que se transmutó en un Cuerpo de Luz y por eso sus familiares y discípulos no le reconocieron. Es ese cuerpo sutil que cada hombre debe formar en esta encarnación, para poder ascender al mundo del Espíritu.

Así se ve claramente, que la vía abierta por el Hombre-Dios, conduce por medio del Conocimiento de la Verdad, a tomar parte en la vida eterna del Espíritu.

Jesús, el Maestro Iniciador, ha transmitido a los hombres un poder extraordinario:

El poder de transmutación necesario para alcanzar la Divinidad. El Prólogo de Juan, nos lo revela de manera clara y rotunda: “A los que le reciben, les ha dado el poder de llegar a ser Hijos de Dios; a los que creen en Su nombre y que nacen de Dios”. Este poder, solo se puede utilizar cumpliendo tres condiciones:

· Captar Su Revelación.

· Tener conocimiento de quien es Él.

· Nacer una segunda vez, nacer de Dios.

Es el legado más extraordinario que nos ha dejado; jamás ningún otro hombre a lo largo de toda la historia, ni sabio, ni Iniciado, ni Profeta, ni Patriarca…, nadie más que Él, ha podido otorgar a los hombres este poder de alcanzar la Divinidad.

El Prólogo de Juan, nos revela además el trasfondo de la Creación realizada por el Verbo, que es la personificación de la facultad creadora de Dios: “Todas las cosas en Él y por Él han sido creadas… . Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”. Así pues, el Verbo se encarnó en Jesús y esta Encarnación es, sin duda alguna, el acontecimiento más relevante de toda la post-Creación, aunque injustamente encerrado en un ámbito religioso, pues se trata de un acontecimiento cósmico que afecta no solo a la humanidad, no solo a la Tierra en sus tres Reinos y sus cuatro elementos primordiales, sino necesariamente a todo lo creado.

Además, esta Encarnación Divina, se ha producido en una determinada encrucijada de la evolución, al final de un gran ciclo universal, que la tradición hindú, contabiliza en 64.000 años, el Manvantara, que se compone de cinco “Grandes Años” de la tradición griega. El Manvantara, comprende cuatro edades: El Kretita Yuga, el Tetra Yuga, el Dwuapara Yuga y el Kali Yuga, que es el que está terminando en estos momentos. Así pues, la Encarnación del Verbo, corresponde a un Plan Universal en tres fases, que también nos ha sido transmitido por la misma Revelación Crística.

· Primera fase: El Verbo se encarna en la Tierra, pequeño planeta perdido en la inmensidad del Universo. Del germen Divino depositado en el seno de una Virgen, nace Jesús, el Hijo del Hombre, en quién está el Verbo en estado latente. Jesús crece humana y espiritualmente, hasta alcanzar la transmutación Divina, dejando a sus discípulos el poder y los medios, para conseguirla a su vez. Este proceso está en marcha desde hace más de 2.000 años, pero que éstos, no son más que dos días para Dios, como nos dice la Biblia.

· Segunda fase: Es el retorno del Cristo en Gloria Solar, anunciado en el Nuevo Testamento, por más de trescientas citas y alusiones. Es el complemento imprescindible de la fase anterior, puesto que el Evangelio es la Buena Nueva, de la venida del Reino de Dios a la Tierra y evidentemente, esto no se ha producido todavía, pero según todos los indicios de que se disponen, estamos a punto de entrar en esa fase.

· Tercera fase: Está anunciada y esbozada en el Apocalipsis, con la bajada de la Jerusalén Celeste, que es una metáfora que indica que el Centro Supremo, vendrá a establecerse en la “nueva Tierra y el nuevo Cielo”, visionados por Juan (Apocalipsis cap. XXI).

En esta perspectiva universal, Jesús el Cristo, el Hombre-Dios, aparece claramente como el Gran Iniciador de una Era Nueva, como el fermento transmutador de la humanidad. Por ello ha sido llamado con toda justicia el Nuevo Adán y María la Nueva Eva. En efecto, María representa y personifica a la Madre Virgen Universal, en el proceso de engendramiento de la nueva humanidad; y todas las torpes y groseras historias actualmente publicadas, no pueden afectar en nada a su imagen espiritual, pues la virginidad y maternidad de María, se sitúan en un plano superior.

Esta nueva humanidad, nace en el Gólgota, donde se celebran las Bodas Alquímicas de sangre. Allí, la muerte de Jesús aparece como un doble nacimiento glorioso: Por primera vez, un hombre llega a la Divinidad, y al mismo tiempo, transmite a Juan, por medio de María, este poder de transmutación. Juan es el primogénito de la nueva humanidad, encargado de transmitirlo a su vez a todas las generaciones venideras, así como de anunciar las condiciones de Su retorno y la implantación de una Era Nueva, una Era de Paz, de Justicia y de Amor.

Esta Era, es todo lo contrario al catastrofismo del que se quiere tachar al Apocalipsis, pues el drama previo que está suspendido sobre nuestras cabezas como una espada de Damocles, no debe ser interpretado como un castigo Divino. Ello sería ingenuo y absurdo, pues Dios no castiga a nadie. El universo entero, tanto lo infinitamente grande como lo infinitamente pequeño, está regido por las mismas Leyes, perfectas y neutrales, cuya acción se produce de forma armoniosa pero ineludible de toda Justicia. Citando una de ellas a sus discípulos, la Ley de efecto recíproco, el Maestro Jesús decía: “Lo que el hombre siembre, eso recogerá”.

La dramática situación que vive nuestro mundo de hoy, no es más que el resultado necesario del comportamiento de los hombres ante las Leyes Cósmicas, y su desenlace, también lo será. Por último, hay que recordar los dos puntos principales de esta breve exposición:

Primero: Que la aparición en la Tierra de un personaje único y fuera de serie, que fue llamado Jesús el Cristo, ha cambiado la condición humana totalmente, pues ha abierto a los hombres el camino de la Divinidad.

Segundo: Que la Encarnación del Verbo, es un acontecimiento cósmico, que empezó hace más de 2.000 años y ahora está a punto de entrar en su segunda fase; no sólo es posible, sino muy probable que vivamos unos tiempos bastante difíciles. Eso no hace falta ser un Profeta para adivinarlo, pero luego, vendrá una Era Nueva de felicidad, una Edad de Oro, con el Cristo y en el Cristo.

Autor: María de Aquitania

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