Poco después se dio otro caso de murmuración. Moisés había enviado a doce hombres a espiar la Tierra Prometida, diez de los cuales regresaron con un informe desalentador. ¿Qué sucedió?. Pues bien, todos los hijos de Israel empezaron a murmurar contra Moisés y Aarón y toda la Asamblea empezó a decir contra ellos: ¡Si siquiera hubiéramos muerto en la tierra de Egipto o si siquiera hubiéramos muerto en este desierto!. ¿Y por qué está Jehová llevándonos a esta tierra de Canaán para caer a espada?. Nuestras esposas y nuestros pequeñuelos llegarán a ser botín. ¿No es mejor volvernos a Egipto?. (Números 14, 1-3).
¡Cómo había cambiado la actitud de los israelitas!. La gratitud que sintieron al principio, cuando salieron de Egipto y cruzaron el mar Rojo, los había impulsado a cantar alabanzas a Jehová. Pero debido a las incomodidades del desierto y el miedo a los cananeos, sustituyeron la gratitud por el descontento. En lugar de estar agradecidos a Dios por haberlos liberado, lo culparon de lo que, equivocadamente, consideraban una privación. Sus murmuraciones, demostraron que no agradecían como era debido lo que Jehová les estaba dando. No extraña que Él preguntara: ¿Hasta cuando tendrá esta mala asamblea esta murmuración que se está llevando a cabo contra Mi?. (Números 14, 27; 21, 5).
(Continuará)
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