Al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó y se acercaron sus discípulos y Él se puso a hablar enseñándoles: “Dichosos los pobres en el Espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados. Dichosos los pacíficos, porque ellos heredarán la Tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos quedarán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán la misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados Hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Dichosos vosotros cuando os insulten, os persigan y os calumnien de cualquier modo por Mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo, porque de la misma manera persiguieron a los Profetas anteriores a vosotros”.
(Mateo, 5, 1-12)

Meditación

Señor, te has definido en cada Bienaventuranza, porque son los rasgos característicos de Tu vida, difíciles de encarnar con las fuerzas humanas. Quiero aprender a ser todo eso que predicas, y se que puedo lograrlo con Tu ayuda, porque mi presente es muy duro muchas veces.

© Todos los derechos reservados. Orden del Temple, 2.009