En una ocasión, se encontraba Jesús a orillas del lago de Genesaret y se sentía apretujado por la multitud que quería oír el mensaje. Vio Jesús dos barcas. Estaban vacías porque los pescadores habían bajado a lavar sus redes. Jesús subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que la alejara un poco. Luego se sentó y empezó a enseñar a la gente. Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: “Lleva la barca lago adentro y echad allí vuestras redes para pescar”. Simón le contestó: “Maestro, hemos estado trabajando toda la noche sin pescar nada, pero puesto que Tú lo mandas, echaré las redes”. Cuando lo hicieron, recogieron tal cantidad de peces que las redes se rompían. Entonces hicieron señas para que fueran a ayudarlos. Ellos fueron y llenaron tanto las dos barcas que les faltaba poco para hundirse. Al ver esto, Simón Pedro se puso de rodillas delante de Jesús y le dijo: “¡Apártate de mi, Señor, porque soy un pecador!”. Pero Jesús dijo a Simón: “No tengas miedo. Desde ahora, vas a pescar hombres”. Entonces llevaron las barcas a tierra, lo dejaron todo y se fueron con Jesús.
(Lucas 5, 1-11)

MEDITACIÓN

Cuando nos afanamos sólo en provecho propio, lo hacemos en vano. Cuando trabajamos para hacer presente el Reino de Dios, como lo hizo Jesús, Dios bendice nuestro esfuerzo, seamos o no conscientes.

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