Entre lo que enseñaba Jesús a la gente, dijo: “¡Cuidado con los escribas!. Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza; buscan los asientos de honor en las Sinagogas y los primeros puestos en los banquetes, y devoran los bienes de las viudas con pretextos de largos rezos. Éstos recibirán una sentencia más rigurosa”. Estando Jesús sentado frente al arca de las ofrendas, observaba a la gente que iba echando dinero. Muchos ricos, echaban en cantidad y acercándose una viuda pobre, echó dos reales. Llamando a sus discípulos les dijo: “Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie, porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir”.
(Marcos 12, 38-44)
(Marcos 12, 38-44)
Meditación
Señor, parecería que estabas ocupado en cosas muy elevadas y te fijas en cada uno que se acerca a echar su donativo en el templo. ¡Como valoras las cosas aparentemente pequeñas!. Lo que parece insignificante para el mundo, como crece cuando va impregnado de amor. Yo, y todo lo que tengo, lo pongo en tus manos.
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