Jesús se llevó a Pedro, Santiago y Juan, y subió con ellos solos a una montaña alta y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlo ningún batanero del mundo. Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: “Maestro, ¡que bien se está aquí!. Vamos a montar tres tiendas, una para Ti, otra para Moisés y otra para Elías”. Estaban asustados y no sabía lo que decía. Se formó una nube que los cubrió y salió una voz de la nube: “Este es Mi Hijo amado, escuchadlo”. De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: “No contéis a nadie lo que habéis visto, hasta que el Hijo del Hombre resucite de entre los muertos”. Esto se les quedó grabado y discutían que querría decir aquello de “resucitar de entre los muertos”.
(Marcos 9, 2-10)
© Todos los derechos reservados. Orden del Temple, 2.009
(Marcos 9, 2-10)
Meditación
Señor, invitas a la gloria de Tu Transfiguración , anticipo de la gloria de la Resurrección, a los tres que serán testigos de Tu agonía en Getsemaní. Que bien se ven las cosas cuando no hay problemas pero cuando te ven desfigurado, varón de dolores, te abandonarán y huirán. Yo quiero siempre acompañarte en los misterios de Tu Luz y de Tu dolor, pero como soy débil, aumenta mi fe y líbrame de todo lo que pueda apartarme de ti.
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