Entró Jesús en Jerusalén y se dirigió al templo. Miró por todas partes y luego se fue a Betania con los doce discípulos. Al día siguiente, Jesús sintió hambre. Vio lejos una higuera que tenía hojas y se acercó a ver si también tenía frutos, pero no encontró más que las hojas, porque no era tiempo de higos. Entonces dijo a la higuera: “¡Nunca más coma nadie de tu fruto!”. Sus discípulos le oyeron. Después que llegaron a Jerusalén, entró Jesús en el templo y comenzó a expulsar a los que allí estaban vendiendo y comprando. Volcó las mesas de los que cambiaban dinero y los puestos de los que vendían palomas y no permitió que nadie atravesara el templo levando objetos. Se puso a enseñar diciendo: “Las Escrituras dicen: Mi casa será casa de oración para todas las naciones, pero vosotros la habéis convertido en una cueva de ladrones”. Al oír esto, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la Ley, empezaron a buscar la manera de matar a Jesús, porque le tenían miedo, pues toda la ente estaba admirada de Su enseñanza”.
(Marcos 11, 11-26)
MEDITACIÓN
Impacta ver a Jesús volcando mesas y expulsando a la gente del templo. Él, que luego se deja crucificar, ahora muestra su indignación por haber encontrado que el templo es un lugar de comercio en vez de una casa de encuentro con Dios. La fe no es algo pasivo, y los que seguimos a Cristo, hemos de ayudar a que las cosas cambien. ¿Qué clase de fe es la tuya?.
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