Principio de la buena noticia de Jesucristo, el Hijo de Dios. El profeta Isaías había escrito: “Envío mi mensajero delante de Mi para que te prepare el camino. Una voz grita en el desierto: ¡Preparad los caminos del Señor, abridle un camino recto!”. Sucedió que Juan el Bautista se presentó en el desierto bautizando a la gente. Les decía que debían convertirse a Dios y ser bautizados, para que Dios les perdonase sus pecados. De toda la región de Judea y de la ciudad de Jerusalén salían a oírle. Confesaban sus pecados y Juan los bautizaba en el río Jordán. Juan iba vestido con ropa hecha de pelo de camello que sujetaba al cuerpo con un cinturón de cuero y comía langostas y miel del monte. En su proclamación decía: “Después de mi, viene uno más poderoso que yo, que ni siquiera merezco agacharme para desatar la correa de sus sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero Él os bautizará con el Espíritu Santo”.
(Marcos 1, 1-8)
MEDITACIÓN
¿Cuántos rituales, Señor, se han ido inventado para recibirte de algún modo?. Dame Señor un corazón delicado, que sepa preparar nuestros encuentros en la oración y la comunión perfectas.
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