Jesús dijo a sus discípulos: “Mirad, estamos subiendo a Jerusalén y el Hijo del Hombre va a ser entregado a los Sumos Sacerdotes y a los escribas, lo condenarán a muertr y lo entregarán a los gentiles, se burlarán de Él, le escupirán, lo azotarán y lo matarán, y a los tres días resucitará”. Se le acercaron los hijos del Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: “Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir”. Les preguntó: “¿Qué queréis que haga por vosotros?”. Contestaron: “Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda”. Jesús replicó: ” No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el cáliz que Yo he de beber, o de bau tizaros con el Bautismo con que Yo me voy a bautizar?”. Contestaron: “Lo somos”. Jesús les dijo: “El cáliz  que Yo voy a beber, lo beberéis, y os bautizaréis con el Bautismo con que Yo me voy a bautizar, pero el sentarse a i derecha o a mi izquierda, no me toca a Mi concederlo, está ya reservado”. Los otros diez al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan. Jesús reuniéndoles les dijo: “Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos, los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Vosotros, nada de eso: El que quiera ser grande, sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del Hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar Su vida en rescate de todos”.
(Marcos 10, 33-45)
MEDITACIÓN
Señor, tu vida y tu palabra, son la respuesta constante a mis ambiciones, tan absurdas como la de tus dos apóstoles. Tú me pones en la libertad de seguirte hasta tu subida a Jerusalén y compartir contigo la dureza del Calvario, más yo también le digo al Padre: Que no se haga mi voluntad, sino la tuya.
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