Al ver la multitud, Jesús subió al monte y se sentó. Sus discípulos se le acercaron y comenzó a enseñarles diciendo: “Dichosos los que reconocen su pobreza espiritual, porque suyo es el Reino de los Cielos. Dichosos los que sufren, porque serán consolados. Dichosos los humildes, porque heredarán la tierra que Dios les ha prometido. Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán satisfechos. Dichosos los compasivos, porque Dios tendrá compasión de ellos. Dichosos los de corazón limpio, porque verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque Dios los llamará hijos suyos. Dichosos los perseguidos por hacer lo que es justo, porque suyo es el Reino de los Cielos. Dichosos vosotros cuando la gente os insulte y os maltrate y cuando por causa mía digan contra vosotros toda clase de mentiras. ¡Alegraos, estad contentos, porque en el Cielo tenéis preparada una gran recompensa!”.
(Mateo 5, 1-12ª)
MEDITACIÓN
La lógica de Dios es distinta de la nuestra. Él escoge siempre lo débil, nosotros huimos de la debilidad y nos fiamos de lo que aparenta fuerza. Dios escoge lo que no vale, nosotros lo que parece valioso. Dios nos invita a la austeridad material como camino de felicidad y nosotros nos empeñamos en tener cosas superfluas, innecesarias y acumular riquezas. Dios nos invita a sufrir por la Verdad y la Justicia, y nosotros queremos llorar lo menos posible. ¿Quieres ser feliz?. Pues elige a Cristo.
© Todos los derechos reservados. Orden del Temple 2.011