Cuando ya se acercaba el tiempo en que Jesús había de subir al cielo, emprendió con valor Su viaje a Jerusalén. Envió por delante mensajeros, que fueron a una aldea de Samaria para prepararle alojamiento, pero los samaritanos no quisieron recibirle, porque se daban cuenta de que se dirigía a Jerusalén. Cuando sus discípulos Santiago y Juan vieron esto, le dijeron: “Señor, si quieres, diremos que baje fuego del cielo para que acabe con ellos”. Pero Jesús se volvió y los reprendió. Luego se fueron a otra aldea.

(Lucas 9, 51-56)

MEDITACIÓN

A veces, como los apóstoles, olvidamos que Jesús no rechaza a los que no le siguen. Los que no aceptan a Jesús no son nuestros enemigos, son personas que caminan hacia Dios por otras sendas. Nuestra única obligación con ellos, es amarlos también.

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