Entró Jesús en Jerusalén y se dirigió al Templo. Miró por todas partes y luego se fue a Betania con los doce discípulos. Al día siguiente, Jesús sintió hambre. Vio de lejos una higuera que tenía hojas y se acercó a ver si también tenía fruto, pero no encontró más que las hojas, porque no era tiempo de higos. Entonces dijo a la higuera: “¡Nunca más como nadie de tu fruto!”. Sus discípulos le oyeron . Después que legaron a Jerusalén. Entró Jesús en el Templo y comenzó a expulsar a los que allí estaban vendiendo y comprando. Volcó las mesas de los que cambiaban dinero y los puestos de los que vendían palomas y no permitía que nadie atravesara el Templo llevando objetos. Se puso a enseñar diciendo: “ Las Escrituras dicen: Mi casa será casa de oración para todas las naciones, pero vosotros la habéis convertido en una cueva de ladrones”. Al oír esto, los jefes de los sacerdotes y los maestros e la Ley empezaron a buscar la manera de matar a Jesús, porque le tenían miedo, pues toda la gente estaba admirada de Su enseñanza”.

(Marcos 11, 11-16)

MEDITACIÓN

Jesús no maldice a la higuera porque no hiciera lo que se esperaba de ella, (después de todo, no era tiempo de higos). No. Jesús maldice a la higuera porque solamente hace lo que se “espera” de ella. Hacer lo mínimo, no es suficiente, especialmente para nosotros.

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