En aquel tiempo, Jesús subió a un monte a orar, acompañado de Pedro, Santiago y Juan. Mientras oraba, cambió el aspecto de Su rostro y sus ropas se volvieron muy blancas y brillantes. Y aparecieron dos hombres conversando con Él: Eran Moisés y Elías, que estaban rodeados de un resplandor glorioso y hablaban de la partida de Jesús de este mundo, que iba a tener lugar en Jerusalén. Aunque Pedro y sus compañeros tenían mucho sueño, permanecieron despiertos y vieron la gloria de Jesús y los dos hombres que estaban con Él. Cuando aquellos hombres se separaban ya de Jesús, Pedro le dijo: “Maestro ¡que bien estamos aquí!. Vamos a hacer tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”. Pero Pedro no sabía lo que decía. Mientras hablaba, una nube los envolvió en sombra y al verse dentro de la nube tuvieron miedo. Entonces de la nube salió una voz que dijo: “Este es Mi Hijo, Mi elegido. Escuchadle”. Después que calló la voz, vieron que Jesús estaba solo. Ellos guardaron esto en secreto, y por entonces no contaron a nadie lo que habían visto.
(Lucas 9, 28-36)
© Todos los derechos reservados. Orden del Temple, 2.010
(Lucas 9, 28-36)
MEDITACIÓN
Estamos equivocados si creemos que sólo rezando llegaremos a lo más alto de la vida espiritual. Entonces es cuando nos llamará Jesús para que nos ocupemos del mundo como Él lo hizo.
© Todos los derechos reservados. Orden del Temple, 2.010