Dijo Jesús: “El Reino de los Cielos, es cómo un hombre que llamó a sus criados y los dejó a cargo de sus negocios. A uno le entregó cinco mil monedas, a otro dos mil y a otro mil, a cada cual conforme a su capacidad. Luego, emprendió el viaje. Al cabo de mucho tiempo, regresó el señor de aquellos criados y se puso a hacer cuentas con ellos. Llegó el primero, el que había recibido las cinco mil monedas y entregando a su señor otras cinco mil, le dijo: Señor, tu me entregaste cinco mil y aquí tienes otras cinco mil que he ganado. El señor le dijo: Muy bien, eres un criado bueno y fiel, y cómo has sido fiel en lo poco, yo te pondré al cargo de mucho más. Entra y alégrate conmigo. Después llegó el criado que había recibido las dos mil monedas y dijo: Señor, tú me entregaste dos mil monedas y aquí tienes otras dos mil que he ganado. El señor le dijo: Muy bien. Por último, llegó el criado que había recibido mil monedas y dijo a su amo: Señor, yo sabía que eres un hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste. Por eso tuve miedo, así que fui y escondí tu dinero en la tierra. El amo le contestó: Tú eres un criado malo y holgazán. Puesto que sabías que yo cosecho donde no sembré y recojo donde no esparcí, debías haber llevado mi dinero al banco y yo, a mi regreso, lo habría recibido junto con los intereses”.

(Mateo 25, 14-30)

MEDITACIÓN

Hemos recibido muchos dones, no sólo para provecho propio, sino para beneficiar también a los que nos rodean. No hacer todo lo que podemos para transformar el mundo en un lugar mejor, es dejar de tomar parte en la Creación y en el proyecto de Dios.

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