Jesús propuso otra parábola a la gente: “El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas, se hace un arbusto más alto que ellas y vienen los pájaros a anidar en sus ramas”. Les dijo otra parábola: “El Reino de los Cielos, se parece a la levadura. Una mujer la amasa con tres medidas de harina y basta para que todo fermente”. Jesús expuso todo esto a la gente en parábolas y sin parábolas no les exponía nada. Así se cumplió el oráculo del Profeta: “Abriré mi boca diciendo parábolas, anunciaré lo secreto desde la fundación del mundo”.
(Mateo, 13, 31-35)
© Todos los derechos reservados. Orden del Temple, 2.009
(Mateo, 13, 31-35)
Meditación
Señor, parece insignificante lo que siembras en nuestra vida al elegirnos para ser tu campo y bautizarnos con agua y Espíritu, y sin embargo, es el principio de la grandiosa obra que haces a la humanidad y en mi propia vida. Tu Palabra, es el gigantesco árbol donde pueden encontrar cobijo los que buscan la vida; es la levadura que fermenta a toda la masa humana para que crezca en la fe y el amor.
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