Después que Jesús hubo saciado a cinco mil hombres, sus discípulos lo vieron caminando sobre el lago. Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del lago notó que allí no había habido más que una lancha y que Jesús no había embarcado con sus discípulos, sino que éstos se habían marchado solos. Entretanto, unas lanchas de Tiberiades llegaron cerca del sitio donde habían comido el pan sobre el que el Señor pronunció la acción de gracias. Cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla del lago le preguntaron. “Maestro ¿cuándo has venido hasta aquí?”. Jesús les contestó: “Os lo aseguro, me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad no por el alimento que perece, sino por el que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del Hombre, pues a éste lo ha sellado el Padre, Dios”. Ellos le preguntaron: “Y ¿qué obra tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios quiere?”. Jesús les respondió: “La obra que Dios quiere es esta: Que creáis en el que Él ha enviado”.
(Juan 6, 22-29)

Meditación

Señor, creo firmemente que Tú eres el enviado del Padre. ¿Qué sería de mi vida sin ti?. Por eso te busco, porque te necesito y mi vida sin ti no tiene rumbo ni destino, porque Tú eres el único amigo que no defraudará jamás.

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