Jesús se llevó a Pedro, Juan y Santiago a lo alto de una montaña para orar. Y mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos. De repente dos hombres conversaban con Él: Eran Moisés y Elías, que aparecieron con gloria, hablaban de Su muerte que iba a consumar en Jerusalén. Pedro y sus compañeros se caían de sueño y espabilándose, vieron Su gloria y a los hombres que estaban con Él. Mientras éstos se alejaban, dijo Pedro a Jesús: “Maestro, que hermoso es estar aquí. Haremos tres chozas, una para ti. otra para Moisés y otra para Elías”. No sabía lo que decía. Todavía estaba hablando, cuando llegó una nube que los cubrió. Se asustaron al entrar en la nube. Una voz desde la nube decía: “Este es Mi Hijo, el escogido, escuchadle”. Cuando sonó la voz, Jesús se encontró solo. Ellos guardaron silencio y por el momento, no contaron a nadie nada de lo que habían visto.
(Lucas 9, 28b-36)
MEDITACIÓN
Señor, para que sean testigos de tu transfiguración, te llevas a los tres apóstoles que luego te acompañarán a Getsemaní. En el gozo y en la prueba, quiero estar a tu lado en todo momento, en las alegrías y en el sufrimiento, que será posible si tengo fe.
Orden del Temple, 2.013