Entró Jesús en el templo y se puso a echar a los vendedores diciéndoles: “Escrito está: Mi casa es casa de oración, pero vosotros la habéis convertido en una cueva de bandidos”. Todos los días enseñaba en el templo. Los sumos sacerdotes, los escribas y notables del pueblo, intentaban quitarlo de en medio, pero se dieron cuenta de que no podían hacer nada, porque el pueblo entero estaba pendiente de sus labios.
(Lucas 19, 45-48)
MEDITACIÓN
Señor, mientras unos te miran con rabia y quieren quitarde de en medio, la gente sencilla estaba pendiente de tus enseñanzas. María de Betania, se queda a gusto a tus pies escuchándote, pero yo también tengo que hacer los trabajos de Marta. Que yo no olvide nunca que tu casa es casa de oración y que jamás la profane.
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