Dijo Jesús a Nicodemo: “Tenéis que nacer de nuevo, el viento sopla donde quiere y oyes su ruido pero no sabes de donde viene ni adonde va, así es todo el que ha nacido del Espíritu”. Nicodemo le preguntó: “¿Y como puede suceder eso?”. Dice Jesús: “¿Y tú, maestro de Israel no lo entiendes?. Te lo aseguro, de lo que sabemos hablamos, de lo que hemos visto, damos testimonio. Si no creéis cuando hablo de la Tierra ¿cómo creeréis cuando os hable del cielo?. Porque nadie ha subido al cielo, sino que bajó de él, el Hijo del Hombre. Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del Hombre, para que todo el que crea en Él tenga vida eterna.”
(Juan 3, 5a, 7b-15)

Meditación

Señor, si mirar a una serpiente de bronce protegía la vida a los mordidos por ella en el desierto, mirarte clavado en la cruz y decir con el corazón que eres el Señor, me da la vida sin final. Quiero mirarte cada día con ojos nuevos y contemplar con fe y agradecimiento como estás clavado por mí en la cruz.

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