Al oscurecer, los discípulos de Jesús bajaron al lago, embarcaron y empezaron a atravesar hacia Cafarnaún. Era ya noche cerrada y Jesús aún no los había alcanzado, soplaba un viento fuerte y el lago se iba encrespando. Habían remado unos cinco o seis kilómetros, cuando vieron a Jesús que se acercaba a la barca, caminando sobre el lago y se asustaron. Pero Él les dijo: “Soy Yo, no temáis”. Querían recogerlo a bordo, pero la barca tocó tierra en seguida, en el sitio a dónde iban.
(Juan 6, 16-21)
MEDITACIÓN
Señor, toda vida humana y todo corazón, pasan por noches cerradas y han de luchar para protegerse de vientos fuertes que soplan. Pero tú me conoces bien y sabes que mis ojos no pueden distinguirte en medio de la noche, y mis fuerzas no son capaces de impedir ue los fuertes vientos me envuelvan y dominen. Tú, creador del día y de la noche, de la calma y de los vientos, puedes acercarte a mi y decirme ¡Soy Yo!. Entonces volverá a mi coraón la Luz y la Paz que sólo tú me puedes dar, no el mundo.
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