Jesús les preguntó: “¿De qué discutís?”. Uno le contestó: “Maestro, te he traído a mi hijo; tiene un espíritu que no le deja hablar y cuando lo agarra, lo tira al suelo, echa espumarajos, rechina los dientes y se queda tieso. He pedido a tus discípulos que lo echen y no han sido capaces”. Él les contestó: “¡Gente sin fe!. ¿Hasta cuándo estaré con vosotros?. ¿Hasta cuándo os tendré que soportar?. Traédmelo”. Se lo levaron. El padre le dijo: “Si algo puedes, ten lástima de nosotros y ayúdanos”. Jesús replicó: “¿Si puedo?. Todo es posible al que tiene fe”. Entonces el padre del muchacho gritó: “Tengo fe pero dudo, ayúdame”. Jesús, al ver que acudía gente, increpó al espíritu inmundo diciendo: “Espíritu mudo y sordo, Yo te lo mando: Vete y no vuelvas a entrar en él”. Gritando y sacudiéndolo violentamente, salió. El niño quedó como un cadáver, de modo que la multitud decía que estaba muerto. Pero Jesús lo levantó tomándolo de la mano y el niño se puso en pie. Al entrar en casa, sus discípulos le preguntaron a solas: “¿Por qué no pudimos echarlo nosotros?”. Él les respondió: “Esta especie solo puede salir con oración”.
(Marcos 9, 16-29)

MEDITACIÓN

 Señor, con la oración no solo conseguiré lo que creo necesitar, sino lo que es más fundamental: Afianzar y reforzar mi fe.

Orden del Temple+++, 2.013