Al salir Jesús de la Sinagoga, entró en casa de Simón. La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta y le pidieron que hiciera algo por ella. Él, de pie a su lado, increpó a la fiebre y se le pasó, ella levantándose en seguida, se puso a servirles. Al ponerse el Sol, los que tenían enfermos con el mal que fuera se los llevaban, y Él, poniendo las manos sobre cada uno, los iba curando. De muchos de ellos, salían también demonios que gritaban: “Tú eres el Hijo de Dios”. Los increpaba y no los dejaba hablar, porque sabían que Él era el Mesías. Al hacerse de día, salió a un lugar solitario. La gente lo andaban buscando y dieron con Él w intentaban retenerlo para que no se fuese, pero Él les dijo: “También a los otros pueblos tengo que anunciarles el Reino de Dios, para eso me han enviado”. Y predicaba en las Sinagogas de Judea.
(Lucas 4, 38-44)
© Todos los derechos reservados. Orden del Temple, 2.009
(Lucas 4, 38-44)
Meditación
Señor, la reacción de la suegra de Pedro al verse curada, me señala cómo he de administrar los bienes que me das y las maravillas que recibo. “Ella, levantándose, se puso a servirles”. Pon Señor Tu mano sobre mi, cura mi egoísmo, haz que sea un fiel testigo de Tu amor y una de las prioridades de mi vida, sea servir a los demás.
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