En aquel tiempo dijo Jesús: “No todos los que me dicen ¡Señor, Señor! entrarán en el Reino de los Cielos, sino sólo los que hacen la voluntad de mi Padre celestial. Todo el que oye mis palabras y hace caso a lo que digo, es como un hombre prudente que se construyó su casa sobre la roca. Vino la lluvia, crecieron los ríos y soplaron los vientos contra la casa, pero no cayó porque tenía sus cimientos sobre la roca. Pero todo el que oye mis palabras y no hace caso a lo que digo es como un tonto que construyó su casa sobre la arena. Vino la lluvia, crecieron los ríos y soplaron los vientos y la casa se derrumbó. ¡Fue un completo desastre!”.

(Mateo 7, 24-27)

MEDITACIÓN

Lo fácil es ser observantes. Basta con guardar las normas. LA cuestión sigue siendo sin embargo, si somos lo suficientemente santos como para guardar también las Leyes de Dios, que nos llama a la justicia, la misericordia, la igualdad y la paz.

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