Fuera, junto al sepulcro, estaba María llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús. Ellos le preguntaban: “¿Mujer, por qué lloras?”. Ella les contesta: “Porque se han llevado a mi Señor y no se donde le han puesto”. Dicho esto, da media vuelta y ve a Jesús de pie, pero no sabía que era Jesús. Jesús le dice: “Mujer, ¿por qué lloras, a quién buscas?”. Ella, tomándole por el hortelano, le contesta: “Señor, si tú te lo has llevado dime dónde le has puesto y yo lo recogeré”. Jesús le dice: “¡María!”. Ella se vuelve y le dice:”¡Raboní!”, que significa Maestro. Jesús le dice: “Suéltame que todavía no he subido al Padre. Anda, ve a mis hermanos y diles: Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y al Dios vuestro”. María Magdalena fue y anunció a los discípulos; “He visto al Señor y ha dicho esto”.
(Juan 20, 11-18)
MEDITACIÓN
Señor, tu ausencia es causa de tristeza para quienes te queremos, pero ya lo dijiste, la tristeza se convertirá en gozo, porque estás vivo, estás a mi lado y me llamas por mi nombre.
Orden del Temple, 2.013