Dijo uno del público a Jesús: “Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia”. Él le contestó: “Hombre, ¿quién me ha nombrado arbitro o juez entre vosotros?”. Y dijo a la gente: “Mirad, guardaos de toda clase de codicia, pues aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes”. Y les propuso una parábola: “Un hombre rico tuvo una gran cosecha, y empezó a echar cálculos: ¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha. Y se dijo: Haré lo siguiente, derribaré los graneros y construiré otros más grandes y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha; y entonces me diré a mi mismo: Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años, túmbate, come, bebe y date buena vida. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche te van a exigir la vida, lo que has acumulado ¿de quién será?”. Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios.
(Lucas 12, 13-21)
(Lucas 12, 13-21)
MEDITACIÓN
Señor, Tú viniste al mundo para traer la paz a los hombres y mujeres que amas, no ha ser juez de paz o repartidor de herencias. Tu misión no es la de hacer ricos a tus discípulos, y hoy me pones en guardia contra la avaricia, que destruye la unión de los hermanos y es capaz de cegarme de tal manera que mi corazón y mi vida, sólo pueden descansar en Ti y no en las riquezas.
© Todos los derechos reservados. Orden del Temple, 2.009