En aquel tiempo dijo Jesús: “Padre Santo, cuídalos con el poder de Tu Nombre, el nombre que me has dado, para que estén completamente unidos, como Tú y Yo. Cuando estaba con ellos en este mundo, los cuidaba y los protegía con el poder de Tu Nombre, el nombre que me has dado. Y ninguno de ellos se perdió, sino aquel que ya estaba perdido, para que se cumpliera lo que dice la Escritura. Ahora voy a ti, pero digo estas cosas mientras estoy en el mundo para que ellos se llene de la misma perfecta alegría que Yo tengo. Yo les he comunicado Tu Palabra, pero el mundo les odia porque no son del mundo, como tampoco Yo Soy del mundo. No te pido que los saques del mundo, sino que los protejas del mal. Así como Yo no soy del mundo, tampoco ellos son del mundo. Conságralos a ti por medio de la Verdad; Tu Palabra, es la Verdad. Como me enviaste a mi al mundo, así Yo los envío. Y por causa de ellos me consagro a mí mismo, para que también ellos sean consagrados por medio de la Verdad”.

(Juan 17, 11b-19)

MEDITACIÓN

Dime Hombre Santo, preguntó el discípulo, ¿debo vender todos mis negocios y entrar en un monasterio?. El Hombre Santo respondió: “No, conserva tus negocios, pero entra en tu corazón”. Esto nos enseña, que Dios debe ser el centro de nuestras vidas donde quiera que estemos. Eso es incluso más difícil que entrar en un monasterio.

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