Un sábado, atravesaba el Señor un sembrado, y mientras andaban, los discípulos iban arrancando espigas. Los fariseos le dijeron: “Oye, ¿por qué hacen en sábado lo que no les está permitido?”. Él les respondió: “¿No habéis leído nunca lo que hizo David cuando él y sus hombres se vieron faltos y con hambre?. Entró en la casa de Dios, en tiempos del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes presentados, que sólo pueden comer los sacerdotes y les dio también a sus compañeros”. Y añadió: “El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado, así que el Hijo del Hombre es también señor del sábado”.
(Marcos 2, 23-28)
(Marcos 2, 23-28)
MEDITACIÓN
Señor, que mi sábado sea también hacer el bien al prójimo, que no haya mejor forma de darte culto, que amándote en el frágil, el pobre y en toda criatura que esté necesitada. Que mi corazón, sea más amplio que mi mente.
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