Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juanm subió con ellos a ua montaña alta y se tranafiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo. Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: “Maestro, ¡qué bien se está aquí!. Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”. Estaban asustados y no sabía lo que decía. Se formó una nube que los cubrió y salió una voz de la nube: “Este es Mi Hijo amado, escuchadlo”. De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: “No contéis a nadie lo que habéis visto, hasta que el Hijo del Hombre resucite de entre los muertos”. Esto se les quedó grabado, y discutían que quería decir aquello de “resucitar de entre los muertos”. Le preguntaron: “¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir Elías?”. Les contestó: “Elías vendrá primero y lo restablecerá todo. Ahora, ¿por qué está escrito que el Hijo del Hombre tiene que padecer mucho y ser despreciado?. Os digo que Elías ya ha venido y han hecho con él lo que han querido, como estaba escrito”.
(Marcos 9, 2-13)
MEDITACIÓN
Señor, Pedro, Santiago y Juan, fueron testigos de tu transfiguración y de tu agonía en Getsemaní. Aquí quieren permanecer siempre a tu lado, deslumbrados por tu gloris, más en la oración en el huerto, no pudieron permanecer orando contigo ni una hora, y en el momento de tu prendimiento, te dejaron solo. Yo quiero estar contigo en las alegrías y en las penas. Es duro, pero lo asumo, sabiendo que es posible la fidelidad en tu seguimiento con la yuda de tu gracia.
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