En aquel tiempo, Jesús dijo: “El Reino de los Cielos se puede comparar al dueño de una finca, que salió a contratar trabajadores para su viña. Acordó con ellos pagarles el salario de un día. Volvió a salir sobre las nueve de la mañana y vio a otros, que estaban en la plaza desocupados. Les dijo: “Id también vosotros a trabajar a mi viña. Os daré lo que sea justo. Y ellos fueron. El dueño salió de nuevo hacia el mediodía, y otra vez a las tres de la tarde y alrededor de las cinco, volvió a la plaza e hizo lo mismo. Cuando llegó la noche, el dueño dijo al encargado del trabajo: Llama a los trabajadores y págales empezando por los últimos y terminando con los primeros. Los que habían entrado primero decían: A éstos, que llegaron al final y trabajaron solamente una hora, les has pagado igual que a nosotros, que hemos soportado el trabajo y el calor de todo el día. Pero el dueño contestó: Amigo, no te estoy tratando injustamente. ¿Acaso no acordaste conmigo recibir el salario de un día?, o ¿quizás te da envidia que yo sea bondadoso?. De modo que los que hora son los últimos, serán los primeros y los que ahora serán los primeros serán los últimos”.
(Mateo 20, 1-16)
MEDITACIÓN
Se nos ha concedido tantos años de vida para que aprendamos a ser santos y logremos ser como Jesús. Nadie aprende esa difícil lección de manera inmediata. Es un proceso tan largo como la vida, que nos lleva a todos a la misma plenitud, aunque sea por caminos diferentes.
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