Dijo Jesús a Nicodemo: “Tanto amó Dios al mundo que entregó a Su Hijo único para que no perezcan ninguno de los que creen, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó a Su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en Él no será juzgado, el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. El juicio consiste en esto: Que la luz vino al mundo y los hombres prefirierin las tinieblas a la Luz, porque sus obras eran malas: Pues todo el que obra perversamente detesta la Luz y no se acerca a la Luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que realiza la Verdad se acerca a la Luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios”.
(Juan 3,  16-21)
MEDITACIÓN
Señor, no te envió el Padre a juzgar al mundo, sino a dar la salvación a quien quiera aceptarla. ¡Yo la acepto, la necesito, porque creo realmente que Tú eres el Hijo de Dios!. Haz que mi fe, a veces vacilante, se afirme y se llene de obras de vida eterna, partiendo de un conocimiento más profundo de Tu Evangelio.
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