Cuando Jesús terminó de hablar, un fariseo lo invitó a comer a su casa. Él entró y se puso a la mesa. Cómo el fariseo se sorprendió al ver que no se lavaba las manos antes de comer, el Señor le dijo: “Vosotros, los fariseos, limpias por fuera la casa y el plato, mientras por dentro rebosáis de robos y maldades. ¡Necios!. El que hizo lo de fuera ¿no hizo también lo de dentro?. Dad limosna de lo de dentro y lo tendréis limpio todo”.
(Lucas 11, 37-41)
© Todos los derechos reservados. Orden del Temple, 2.009
(Lucas 11, 37-41)
MEDITACIÓN
Señor, manso y humilde de corazón, Tu vida y Tu palabra están en el polo opuesto del espíritu farisaico, que vive orgulloso para aparentar y sólo se fija en los detalles externos, sin darse cuenta ni descubrir, que en el corazón es donde está la fuente del bien y el mal. Limpia mi corazón, Señor, para que mi vida sea limpia.
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