En aquel tiempo dijo Jesús a los apóstoles: “No penséis que Yo he venido a traer paz al mundi; no he venido a traer paz, sino guerra. He venido a causar discordia, a poner al hombre contra su padre, a la hija contra su madre y a la nuera contra su suegra, de modo que los enemigos de uno serán los propios familiares. El que ama a su padre o a su madre más que a Mi, no es digno de Mi; y el que no toma su cruz y me sigue no es digno de Mi. El que trate de salvar su vida, la perderá; en cambio el que pierda su vida por causa mía, la salvará. El que os recibe a vosotros me recibe a Mi, y el que me recibe a Mi, recibe al que me envió. El que recibe a un Profeta por ser Profeta, recibirá la recompensa que merece un profeta, y el que reciba a un justo por ser justo, recibirá la recompensa que recibe un justo. Y cualquiera que dé aunque sólo sea un vaso de agua fresca al más humilde de mis discípulos, os aseguro que no quedará sin recompensa”. Cuando Jesús terminó de dar instrucciones a sus doce discípulos, se fue de allí a enseñar y anunciar el mensaje en los pueblos de aquella región.
(Mateo 10, 34-II, I)
MEDITACIÓN
Madurar hacia la perfección espiritual, implica aprender a tomar decisiones, a elegir lo bueno frente a lo malo, a escoger lo mejor entre lo bueno. Tenemos que vivir plenamente conscientes de ello y pagar el precio correspondiente.
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