Jesús les volvió a decir: “Yo me voy y vosotros me buscaréis, pero moriréis en vuestros pecados. A donde Yo voy vosotros no podéis ir”. Los judíos decían: “¿Acaso estará pensando en matarse y por eso dice que no podemos ir adonde Él va?”. Jesús añadió: “Vosotros sois de aquí abajo, pero Yo soy de arriba. Vosotros sois de este mundo, pero Yo no soy de este mundo. Por eso os he dicho que moriréis en vuestros pecados”. Entonces le preguntaron: “¿Quién eres Tú?”. Jesús le respondió: “En primer lugar, ¿por qué he de hablar con vosotros?. Tengo mucho que decir y juzgar de vosotros, pero el que me ha enviado dice la Verdad y lo que Yo digo al mundo es lo mismo que he oído decir a Él”. Pero ellos no entendieron que les hablaba del Padre. Por eso les dijo: “Cuando levantéis en alto al Hijo del Hombre, reconoceréis que Yo Soy y que no hago nada por mi propia cuenta. Solamente digo lo que el Padre me ha enseñado. El que me ha enviado está conmigo, no me ha dejado dolo, porque Yo siempre hago lo que le agrada”. Al decir Jesús estas cosas, muchos creyeron en Él.
(Juan 8, 21-30)
MEDITACIÓN
Los fariseos parecen tener un mundo de ruidos que les impiden enterarse de lo que Jesús les propone, cuando Él define muy claramente lo que se gana o pierde con Él. Quisiera, Señor, estar preparado para escucharte y no sentirme lejano a lo que te importa. Si no soy capaz de entender algo cuando te veo atado a la columna, tendido en la cruz…., si no te reconozco como Hijo de Dios, poco puede mover mi corazón endurecido y mis ojos ciegos. Quiero estar, Señor, entre los que creen en Ti.
© Todos los derechos reservados. Orden del Temple, 2.011