Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía: “Se ha cumplido el plazo, está cerca del Reino de Dios: Convertíos y creed en el Evangelio”. Pasando junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que eran pescadores y estaban echando el copo en el lago. Jesús les dijo: “Venid conmigo y os haré pescadores de hombres”. Inmediatamente dejaron las redes y le siguieron. Un poco más adelante, vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. Los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon con Él.
(Marcos 1, 14-20)
© Todos los derechos reservados. Orden del Temple, 2.010
(Marcos 1, 14-20)
MEDITACIÓN
Señor, siempre hay un sendero para quitar los abrojos, un horizonte con la esperanza de conquistar y una convocatoria permanente para amar. Tú, eres el sendero limpio, el horizonte de esperanzas y la convocatoria constante del amor al prójimo.
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