En aquel tiempo, dijeron los judíos a Jesús: “¿Y qué señal puedes darnos, para que, al verla te creamos?, ¿cuáles son tus obras?. Nuestros antepasados comieron maná en el desierto, como dice la Escritura: Dios les dio a comer el pan del cielo”. Jesús les contestó: “Os aseguro que no fue Moisés quien os dio el pan del cielo.¡Mi Padre es el que os da el verdadero pan del cielo!. Porque el pan que Dios da es aquel que ha bajado del cielo y da vida al mundo”. Ellos le pidieron: “Señor, danos siempre ese pan”. Y Jesús les dijo: “Yo Soy el pan que da vida. El que viene a Mi nunca más tendrá hambre y el que en Mi cree, nunca más tendrá sed”.
(Juan 6, 30-35)
MEDITACIÓN
Los judíos comprendieron el mensaje de Jesús por analogía, es decir, por comparación. Así sucede en nuestra vida: El amor de la madre, la fortaleza del padre, el cariño de los hermanos, la seguridad de los amigos, la fidelidad de los esposos. Todas estas realidades, son un reflejo del amor de Dios, que alimenta el alma y la deja con gozo y paz.
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