Llegaron unos hombres que traían en una camilla a un paralítico y trataban de introducirlo para colocarlo delante de Jesús. No encontrando por donde introducirlo a causa del gentío, subieron a la azotea y separando las tejas, lo descolgaron con la camilla hasta el cetro, delante de Jesús. Él, viendo la fe que tenían dijo: “Hombre, tus pecados están perdonados”. Los escribas y fariseos se pusieron a pensar: “¿quién es éste que dice blasfemias?, ¿quién puede perdonar los pecados más que DIos?”. Pero Jesús, leyendo sus pensamientos les replicó: “¿Qué pensáis en vuestro interior. ¿Qué es más fácil decir: tus opecados te son perdonados o levántate y anda?. Pues para que veáis que el Hijo del Hombre tiene poder en la Tierra para perdonar los pecados, dijo al paralítico: A tí te lo digo, ponte de pie, toma tu camilla y vete a tu casa”. Él, levantándose al punto a la vista de ellos, tomó la camilla donde estaba tendido y se marchó a su casa dando gloria a Dios. Todos quedaron asombrados y daban gloria a Dios, diciendo llenos de temor: Hoy hemos visto cosas admirables.
(Lucas 5, 18-26)
MEDITACIÓN
Señor, perdonar los pecados está reservado a Dios, pero es algo tan sublime y espiritual que escapa al entendimiento de los sentidos. Por eso tú demostraste que eres Dios, que puedes curar las dolencias del cuerpo y sanar las del espíritu.
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