Hemos de continuar diciendo, que como se equiparaba el área del Templo al “campo… de Israel” que rodeaba al santuario en el desierto, las normas de pureza del Libro de los Números le era aplicable. Una persona se mancillaba tocando un cadáver, una tumba o un hueso humano, o permaneciendo bajo el mismo techo con una de estas cosas. Y para el inmundo, debían tomar un poco de ceniza de la quema de la ofrenda por el pecado y echarle encima agua corriente en una vasija, y un hombre limpio, debía tomar un hisopo y hundirlo en el agua, salpicando con él la tienda y todas las vasijas y almas que estaban allí, y aquél que tocó un hueso o a uno que fue muerto, o un cadáver o una sepultura.

Por otra parte, los rabinos de Jerusalén deseaban desalentar, en la mente de los judíos comunes, cualquier equiparación de los triunfos militares sionistas, por ejemplo, la reconquista de la Ciudad Vieja, con el cumplimiento mesiánico. El mismo argumento, se aplicó también a las propuestas relacionadas con la reconstrucción del Templo mismo. Por supuesto, un plan de este género, habría tropezado con la oposición violenta de todo el mundo musulmán, pues la plataforma del Templo estaba ocupada por dos construcciones islámicas de inmensa importancia histórica y artística.

La pregunta acerca de la posibilidad y conveniencia de reconstruir el Templo, viene tanto de sectores laicos pero nacionalistas, y de sectores religiosos, particularmente los ortodoxos. En los primeros, tenemos una finalidad puramente política, en la que la reconstrucción del Templo sirve de unión con la historia antigua de Israel y borra, en cierto modo, el largo periodo de ausencia de los judíos de Jerusalén. Para los religiosos, por el contrario, a la pregunta por la reconstrucción, acompaña también toda una serie de cuestiones, relativas a los ritos de purificación, sacrificios, legitimidad del sacerdocio, etc.

Así, las razones más importantes de la falta de entusiasmo que encontramos en amplios sectores de la sociedad judía y las vacilaciones de los israelitas respecto a la reedificación del Templo eran: Falta de datos precisos y seguros sobre el lugar exacto del emplazamiento del antiguo Templo, la ignorancia, al menos parcial, del auténtico ritual de los sacrificios, la repugnancia de la mentalidad moderna hacia el tradicional culto de los sacrificios y la dificultad de encontrar auténticos descendientes de Aarón.

(continuará)

Orden del Temple+++