En todas las religiones serias, es habitual practicar ciertas oraciones de estructura repetitiva, con la ayuda de un instrumento de recuerdo, que podríamos denominar ábaco místico. Éste, generalmente está formado por granos alineados en un hilo, su número y disposición rítmica varía según los matices de la religión que se considere y el efecto buscado con el recurso de la oración.
Nuestra tradición Templaria cristiana, no es una excepción, y el Rosario Templario, es una perfecta demostración de ello. Es conveniente tener en cuenta todo el efecto objetivo, subjetivo, consciente o inconsciente, que puedan provocar los ritmos engendrados y sostenidos por las palabras salmodiadas ( que es cantar o hablar con cadencia monótona y repetitiva).
En el nivel objetivo de la materia, provocan una imantación por movilidad de energía acústica, completamente material en la realización de esta tarea; este tipo de energía, bajo su forma oral, fue en todo tiempo, uno de los soportes más corrientes en materia de magia operativa, porque utiliza la palabra, específica del hombre que (solo lo señala el Génesis), tuvo derecho a nombrar su Reino y a sus habitantes. Recordemos el efecto estabilizador, el aporte energético positivo que los mismos médicos han constatado, en el uso de sonidos como medio terapéutico.
Esta imantación acústica material, también crea, por proyección en las sutiles esferas del astral donde estamos inmersos, un verdadero edificio vibratorio, análogo a una esfera o a un cilindro de protección, que nos une directamente a los planos superiores, a los que apela nuestra oración. Esta construcción, es tan sólida y luminosa que no depende solo de nuestra voluntad, sino el poder del Egregor Crístico y Marial.
Los ritmos engendrados, tienen la particularidad de haber sido experimentados desde hace muchísimo tiempo, por todos los orantes cristianos sinceros y motivados, y son también el modo que tienen los seres claroscuros que se arrastran en el astral terrestre, para recuperarse con la potencia así generada.
A nivel subjetivo de nuestro psiquismo, hay inducción, orientación y canalización imperfectos, incluso de nuestros pensamientos, y sobre todo de nuestra imaginación hacia las esferas elevadas que alcanzan nuestras oraciones. Es esencial destacar, la importancia de la imagen de la Virgen Madre que constituye la estatua o cualquier otra representación, que se utiliza, y la necesidad de estar en consonancia con la estética de ésta representación. De ahí que se nos recomiende, utilizar la imagen que nos cale más hondo, porque simbólicamente debemos unirnos a la fuente misma de todo amor maternal, expresado en su dimensión más absoluta y perfecta.
(continuará)
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