Evidentemente, nos ayuda a acceder a éste Círculo místico y para darse a conocer, requerimos:

 

1) Reconocer con el signo de Jesús el Cristo, nuestra entera sumisión al Egregor Crístico-Marial. Nuestra intervención aquí, es sensiblemente diferente a la usual en nuestras ceremonias de consagración, exorcismo, etc., porque jugamos un papel más pasivo en la acción sobre los Planos Superiores; la apertura adquiere aquí un signo de aceptación y no de acción, como en éstas ceremonias.

2) Concretar las necesidades que motivan nuestra petición.

3) Afirmar nuestra creencia en Dios Único en Sus diferentes personas. Es la clave de la apertura de los Planos Superiores sin el peligro al error y la desviación satánica.

4) Fijar, con nuestras cuatro Ave preparatorias, el plan general de la construcción psíquica en el astral que transportará en vehículo nuestras intenciones, nutriéndose de la energía obtenida por nuestro círculo cuaternario.

Desde ese momento, estructurado según un esquema cuaternario equilibrado, que utiliza rutas guardadas, seguras y transitables por millones de cristianos que practican esta oración desde hace dos milenios, habiendo puesto a nuestro lado todos los factores a nuestro alcance, podemos estar seguros de haber actuado siguiendo la divisa: “Haz lo que debas, venga lo que viniera”. Porque es a una de las manifestaciones de la Divina Providencia a la que nos hemos dirigido.

Non Nobis

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