Dice el señor David N. Freednan (editor de Biblias): Lo veo como un pulso, a ver quien puede más. En el último momento, cuando Abraham ya tiene el cuchillo en la mano dispuesto a hacer el sacrificio ¿quién se echa atrás?. Dios o Su ángel dice: ¡Vale!, quedo satisfecho, no lo hagas. ¿Lo habría hecho Abraham?. Nadie lo dice. Tal vez ponía a prueba a la Deidad, igual que la Deidad, según cuenta la historia, puso a prueba a Abraham. Se cuenta que gracias a la obediencia de Abraham, Dios le hizo una promesa: Juro por Mi mismo, que por lo que has hecho, por no haberme negado a tu único hijo, haré que lluevan las bendiciones sobre ti. Tus descendientes serán tan numerosos como las estrellas del cielo.
Si existió históricamente o no, es casi irrelevante; para lo que representa, dice el rabino Burtun Visotzky (del Seminario de Teología judía). Es el rechazo de la idolatría y la idea de convertirnos en un pueblo que adora un solo Dios. En el imaginario judío, Abraham destaca por su hospitalidad, su buen recibimiento a los demás. Ese es el fundamento de su monoteísmo: Todos somos hermanos y hermanas, y somos bienvenidos bajo la misma tienda. La historia de la relación de Abraham con Dios, hablaría con tanta fuerza a las futuras generaciones, que así fue adoptado como fundador de las religiones del Islam, el judaísmo y el cristianismo.
Pero para los escribas exilados en Babilonia, escribir sobre sus antepasados no era suficiente; el gran desafío era encontrar un sentido a su propio mundo. ¿Cómo era posible, que al pueblo al que Dios prometió convertir en una gran nación, estuviera al borde de la extinción en Babilonia?. Uno de los problemas del monoteísmo, es tener a alguien a quien culpar cuando tienes problemas. En las religiones paganas, cundo una nación te derrota, puedes decir: “Tu dios es más poderoso que el mío”. Pero en el caso del monoteísmo, está sujeto a que algo malo habrás hecho. El libro de los escribas, era para explicar a sus compañeros de exilio, que habían hecho los israelitas para perder el favor de Dios. La historia empezó con la vida del hombre al que los escribas dedicaron más palabras que a ningún otro. Su nombre era Moisés, y es uno de los héroes más importantes que se hayan revelado jamás.
Según la Biblia, los antepasados de Moisés, huyeron desde Caná a Egipto durante una hambruna y fueron capturados como esclavos. Luego, Moisés tuvo que huir de Egipto después de matar a un soldado que maltrataba a un esclavo israelita. En el desierto se casó con una mujer nómada y se puso a cuidar las ovejas de su suegro.
Pero Dios tenía otros planes para él y se le apareció como una llama que ardía dentro de una zarza arbustiva. Moisés miró y vio que el arbusto no se consumía y pensó acercarse a ver algo tan extraño. Cuando lo hizo, Dios le dijo desde dentro del arbusto: “Yo Soy Yahvé, el Dios de tus antepasados, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. He visto la desgracia de Mi pueblo en Egipto y te mandaré a decirle al Faraón que deje salir de Egipto a mi pueblo israelita”. Moisés dijo a Dios: “¿Y quien soy yo para ir al Faraón y decirle que deje salir a los israelitas?”. Dios le replicó: “Yo estaré a tu lado”. Entonces Moisés dijo: “Por favor, Señor, manda a otra persona, porque nunca fui elocuente, soy lento y difícil al hablar”.
El sentido que sacamos de la Biblia es que Moisés se siente abrumado, humilde y asustado. Se asusta porque comprende, que el encontrarse con Dios era una experiencia emocionante que exige mucho de la persona que se encuentre con Él, y sabe que desde ese momento de su vida, ésta ya no será la misma, y como acaba de alcanzar una vida estable, siente que es un momento muy trascendente para él y que al mismo tiempo, quisiera huir. De mala gana, Moisés vuelve a Egipto y siguiendo órdenes de Dios, infringe diez plagas a los egipcios. Durante la décima (que fue el origen de la Pascua), Moisés dijo a los israelitas que marcaran con su sangre los dinteles de sus puertas y que así el ángel de la muerte pasaría de largo y no matara a los primogénitos de todas las familias egipcias.
Después de la décima plaga, Egipto liberó a los israelitas y entonces Moisés los guió fuera de Egipto hacia el desierto del Sinaí. En las tradiciones posteriores de la Biblia hebrea, el Éxodo es donde se inicia la gran historia épica de Israel, pero, ¿es cierta?.