Yo, Presbítero Juan, señor de señores, excedo a todos los que viven bajo el cielo en virtud, riqueza y poder. Setenta y dos reyes nos rinden tributo; nuestra Majestad gobierna en las tres Indias y nuestras tierras se extienden hasta el confín del mundo. En nuestro reino, viven elefantes, dromedarios, camellos, meta collinarum, tinserete, panteras, monos, leones blancos y rojos, osos blancos, meruli blancos, grifos mudos, tigres, lamias, hienas, caballos, asnos, bueyes y hombres salvajes, personas con cuernos, gente con un solo ojo, otros que los tienen en la frente y en la espalda, centauros, faunos, sátiros, pigmeos, gigantes de cuarenta ells de altura, cíclopes y sus hembras, el ave llamada fénix y casi todas las demás especies de animales que existen bajo el cielo.
El Preste Juan, insiste en destacar la magnificencia de su reino, dice que en su mesa se sirve comida a diario para treinta mil personas, mesa que está construida con esmeraldas, sostenidas con pilares de amatistas, y que cada mes, se turnas siete reyes para servirlos, sentándose a su derecha doce Arzobispos y veinte Obispos a su izquierda. Describe su palacio, que está edificado sobre piedras preciosas, que también se encuentran en los muros que son de oro puro. Cuenta que la puerta principal, mide ciento treinta metros de altura y que solo se abre y cierra cuando el Preste Juan entra a palacio. Dice que se tardarían cuatro meses de marcha, para recorrer todo su reino.
El autor de esta carta, nunca se dio a conocer, pero hay quien pensaba que era un príncipe cristiano, que gobernaba en un fabuloso reino de Oriente, cerca de la India. La leyenda era excitante, pues la existencia de un reino cristiano en Oriente cuando se estaba en plena guerra con el Islam, atraía a más de un monarca de Occidente.
El Preste Juan, aparecerá a partir de ahí en muchas crónicas, y hasta Otto, Obispo de Freising hablaba sobre él citándolo como un soberano; que era cristiano, pero sectario de Nestorio, un religioso ortodoxo de Constantinopla. Cuando el explorador fray Juan de Carpini viaja en 1.245 a tierras de Oriente, le cuentan que un rey cristiano llamado Preste Juan, había derrotado a los poderosos hijos de Gengis Kan, con armas muy sofisticadas.