Hay muchas tesis con respecto a todo lo anterior, una de la más interesante del P. Pérez de Urgel, se basa en el hallazgo reciente de una lápida de mármol en Mérida (Badajoz-España), con una rotura en su extremo, pero se lee con claridad su texto en el que se dice que debajo del ara de una iglesia de Santa María, se guardan reliquias de Santiago, suponiéndose que con la invasión musulmana, las reliquias que había las llevaron a Galicia por unos monjes que huyeron de la zona extremeña, y que se hallaron en Compostela dos siglos después. Esas reliquias, no sabemos si pudieran ser de huesos o de bradeas, que eran restos de tela de los vestidos usados por el santo en cuestión, de su sudario, etc.

Con el paso del tiempo, se corrieron las voces de que Santiago había predicado en España, centrándose la atención en las reliquias de Compostela, que fueron consideradas por los devotos como del cuerpo del Apóstol. Esta tesis no convenció a muchos y hubo eruditos que decían allá por el siglo XVI, que se “fabricaron” una realidad histórica que nunca existió. Lo único cierto, es que hubo un traslado de reliquias de Mérida a Compostela y que en la primera ciudad hubo reliquias del santo según relata la lápida encontrada.

A partir de que se construye en Compostela la iglesia y el monasterio de barro y canto por Alfonso II, es cuando Asturias empieza a ser cruzada por los peregrinos que iban hacia ese templo, más cuando Alfonso III de Asturias, levanta la Catedral, Compostela comienza a ser una verdadera ciudad, con viviendas, hospederías y hospitales que se hacen alrededor del Templo. Ahí comienza una verdadera avalancha de peregrinos desde la España reconquistada a los musulmanes y desde toda Europa por las rutas francesas de peregrinación.

Un peregrino notable en esa época fue el Emperador Carlomagno, que al ser amigo del rey Alfonso II, le había ayudado en las batallas contra los musulmanes que estaban en Lisboa (Portugal), donde el rey Alfonso II le ofreció ricos regalos y los hombres apresados en la batalla, que estaban cautivos. Desde entonces, ya hay una ruta más segura para los peregrinos a Compostela.

La ciudad creció muy rápidamente, llegando a tener construcciones de casas verdaderamente señoriales, abriéndose en las zonas cercanas a la Catedral, numerosas tiendas de diversos gremios, que dieron nombre a sus calles como Platerías, Azabachería, Calderería, etc. donde los peregrinos encontraban recuerdos de su viaje y que continúan hoy día.

Alfonso VI de Castilla y León, suprime el pago de portazgo a peregrinos italianos, franceses y alemanes que van a Santiago, lo que demuestra un sentido de unidad europea, en los ideales y en lo positivo, al que las rutas de peregrinación dieron conciencia de su posibilidad en el futuro.

(continuará)

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