La Sabiduría antigua nos muestra la existencia de una Geometría Sagrada. Ésta se debe a que todo es suma de partes y forma parte, a su vez, de una suma superior. Así, cada componente del Parque Natural (por ejemplo, una hoja de uno de sus muchos árboles y arbustos) es un Universo dentro de Doñana, que es otro Universo dentro de un planeta (Tierra), que es otro Universo dentro de un sistema solar (Ors), que es otro Universo dentro de una galaxia (Vía Láctea), que es otro Universo dentro de un Universo, el conocido por la ciencia y por nuestros sentidos físicos, que es una de las muchas dimensiones del polifacético y multidimensional Omniverso emanado del Principio Único, Mente infinita y eterna en la que todo existe y se sostiene, que forma parte, a su vez, del Ser Uno, en el que el Creador se unifica con su Creación y está se transforma en Creador.
La fuerza que hace posible este colosal milagro cosmogónico también es una e infinita: El Amor Incondicional. Ésta es la única energía, vibración pura, que fluye por doquier y de la se surgen todas las demás modalidades energéticas. El Amor, su energía vibratoria, ensambla, aglutina y permite el desarrollo de la Creación a través de la Expansión de la Consciencia, de modo que el aumento del grado de consciencia de cualquiera de las partes conlleva la expansión de la consciencia de la Unidad.
En este prodigioso marco, cada ser humano es un Universo dentro de otros muchos Universos. Cada hombre y mujer es uno de los infinitos vórtices (núcleos, células, centros) de energía sostenidos en la Creación. Un vórtice de energía de Amor y vibratoria en el que se cumple la regla sagrada: Es suma de partes y forma parte, a su vez, de una suma superior.
Por tanto, cada ser humano es una plasmación de la Unidad o, si se quiere expresarlo así, una manifestación de Dios. Nada nos separa de la Divina Unidad. Como hoja en el Árbol de la Vida, somos el propio Árbol. Somos mucho más que la Creación de Dios: Somos Dios mismo, Creación y Creador.
Somos Creación: Cada ser humano es parte (hoja) de la Creación (Árbol), pero como esta es Una, somos la Creación misma (no somos una hoja, sino el Árbol). El Amor es la savia, la vida del Árbol, la energía y elemento vivificador que plasma y en la que se manifiesta esta Unidad. Y Somos Creador: Creamos exactamente lo que creemos. Cuando adquirimos consciencia de nuestro verdadero Ser –cuando podemos afirmar soy el que soy (no hoja, sino Árbol, Dios)-, creamos Amor puro e incondicional, la energía que todo impulsa. La consciencia de nuestro verdadero Ser (Árbol, Dios) contribuye a la expansión de la Consciencia de la Unidad y de la Creación.
Que en el presente, sin pasado ni futuro, en el hoy, Dios nazca en nosotros como Consciencia de lo que somos: Creación y Creador; Dios.
Con Amor.