El más grande misterio impenetrable de Dios, es el fenómeno de la residencia Divina en la mente de los mortales. El cuerpo físico de los hombres y mujeres es el Templo de Dios. A pesar de que los Hijos Creadores Soberanos, viven cerca de las criaturas, están junto a la puerta de sus conciencias, ellos nos llaman y les llena de dicha entrar en todos los que les abren la puerta de su corazón.

Cuando hayamos terminado aquí nuestra carrera temporal, cuando concluya el viaje de tribulación en la carne, entonces el espíritu que mora en nosotros, volverá al Dios que lo otorgó. En cada uno de nosotros, habita un fragmento de Dios, una parte integral de la Divinidad y aunque no es nuestro por derecho de posesión, está concebido intencionalmente para volverse uno contigo, si sobrevives a la existencia mortal.

El Dios de Amor universal, se manifiesta en cada una de sus criaturas hasta la plenitud de su capacidad para aprehender espiritualmente, las cualidades de la Verdad, la Belleza y la Bondad Divinas. El Padre, revela todo aquello que puede ser misericordioso y Divino, que puede ser discernido y comprendido por sus criaturas mortales. Dios, no muestra preferencia por personas, ni espirituales ni materiales, solamente la capacidad de la criatura para discernir y recibir las cualidades espirituales del mundo supramaterial, limita la presencia Divina, que cualquier hijo del Universo disfruta en cualquier momento.

LA PERSONALIDAD DEL PADRE UNIVERSAL

Dios es una personalidad, a pesar de que la infinitud de Su Persona, le coloca fuera del alcance de la mente no perfeccionada de los mortales, y no podremos verlo, hasta lograr una transformación espiritual completa y alcanzar de nuevo el Paraíso.

Los Hijos Creadores, no alcanzan todas las potencialidades de la Primera Fuente, pero el Padre Universal, está presente en Ellos. El Padre y Sus Hijos son uno. Estos Hijos paradisíacos de la Orden de los Mikaeles, son personalidades perfectas.

Según vemos al Padre revelarse a través del Universo, según lo discernimos en sus criaturas y le contemplamos en las personas de Sus hijos, estamos percibiendo Su Divina presencia aquí y allá, cerca o lejos, ya que mantiene una conexión personal con las incontables criaturas esparcidas por los Universos, y es literalmente verdadero, que nuestras aflicciones le afligen, y en todos nuestros triunfos Él se alegra en nosotros, y esto es porque en Él todos vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser.

Dios es espíritu-personalidad. El hombre también lo es. Jesús de Nazaret, alcanzó la plena realización de este potencial de personalidad del espíritu en la exigencia humana, por lo tanto, su meta de alcanzar la Voluntad del Padre, llega a ser la revelación mas auténtica e ideal que tiene el hombre acerca de la personalidad de Dios.

EL VALOR ESPIRITUAL DEL CONCEPTO DE LA PERSONALIDAD

Cuando Jesús hablaba del Dios viviente, se refería a una Deidad personal: El Padre que está en los cielos, y este concepto de la personalidad de la Deidad, facilita la unión y favorece la adoración inteligente. La relación entre Padre e Hijo, Dios y el hombre, no puede ser disfrutada a menos que sean personas. Solo las personalidades pueden comunicarse entre sí.

No podemos comprender plenamente, como Dios puede ser primordial, inmutable, omnipotente y perfecto y al mismo tiempo, estar rodeado de un Universo en mutación constante y dominado por la Ley, imperfecto en sus manifestaciones.

La realidad última del Universo, no puede comprenderse por las matemáticas, la lógica o la filosofía, solo por la experiencia personal en progresiva conformidad a la Voluntad Divina, y por tanto, ni la ciencia, ni la filosofía, ni la teología pueden darnos prueba verosímil de la personalidad de Dios; solo la experiencia personal de los hijos da fe del Padre.

LA NATURALEZA DE DIOS

La naturaleza de Dios, puede comprenderse mejor, por la revelación del Padre, que el Hijo desplegó en sus múltiples enseñanzas en Su vida material en la carne. El hombre también puede comprender mejor la naturaleza Divina, si éste se considera a sí mismo como un Hijo de Dios y mira al Creador como su verdadero Padre espiritual. La más edificante de todas las revelaciones de la naturaleza Divina, ha de hallarse en la comprensión de la vida de Jesús de Nazaret, tanto antes como después que alcanzara plena conciencia de la Divinidad.Si la vida encarnada del Cristo se toma como antecedente de la revelación de Dios al hombre, podemos poner en símbolos verbales humanos, ciertas ideas respecto a la naturaleza Divina, que pueden contribuir a una mayor iluminación y comprensión del concepto humano de la naturaleza y el carácter del Padre Universal.

Autor: María de Aquitania

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