Autora: Soror S.G.++
Jesús dijo: No atesoréis en la Tierra, donde la polilla y el orín corroen y donde los ladrones socaban y roban. Atesorad, más bien, en el Cielo, donde ni la polilla, ni el orín corroen, ni los ladrones socaban ni roban, porque donde esta tú corazón está tu tesoro, allí está también tu corazón.
La Renuncia implica la confianza total en Dios, abandonarse a las manos de Dios, sólo hay que mirar a los pájaros del campo, a toda Naturaleza, es por ello que no debemos angustiarnos por nuestra vida, ni el vestido, ni el calzado, ni el alojamiento, ni el alimento, ni angustiarnos por conseguir todas estas cosas como principal móvil de nuestras vidas, teniendo plena confianza en el Altísimo.
Debemos buscar el Reino de los Cielos y su justicia, concentrar nuestros pensamientos hacia este fin, reorientar toda nuestra vida a este objetivo, elegir entorno, relaciones, trabajos, todo en armonía y consonancia con la Luz, espacios de tiempo en la soledad de la Naturaleza, instruir la mente en la música, la filosofía, las artes, la oración  y todo lo demás, cuando la renuncia es sincera, esto será dado por añadidura, el que renuncia de corazón, al final lo recibe todo.
De nuevo sólo hay que mirar a los lirios del campo y a los pájaros que nada les ha de faltar.
Un trabajo arduo, interno, pero merece la pena.
Mt 13 :44. El Reino de Dios es semejante a un tesoro escondido en el campo. El que lo encuentra lo esconde y lleno de alegría va, vende todo lo que tenia y compra aquel campo.
Como le ocurrió al Herrero Miseria.
A veces el amor a nuestra familia, pierde nuestra alma vendiéndola al diablo.
Es loable luchar para que nada les falte  a los que amas,  pero a veces, caemos en la tentación como cayó el protagonista de este relato.
Parece  algo muy duro y triste, pero  tenemos que estar alertas para que nuestro amor hacia los demás, sea sano, incondicional y en el desapego.
(continuará)
Copyright. Orden del Temple