Autora: Soror S.G.+
NOSOTROS SOMOS HEREDEROS Y TENEMOS EL ESPIRITU SANTO COMO NUESTROS HERMANOS. ES POR ELLO QUE EN DIOS NO HAY NINGUNA CRISIS, NI TAMPOCO EN SU ESPIRITU SANTO, ÉL SIEMPRE ES EL MISMO. TENEMOS QUE CREER FIRMEMENTE EN ÉL Y EN LOS DONES QUE DERRAMA, QUE ESTA DERRAMANDO SOBRE CADA UNO DE NOSOTROS. TENEMOS QUE TENER FE Y CONFIAR EN ÉL Y NO EN NUESTRAS CAPACIDADES.
Así en Efesios 1 8 13-14, se nos dice: “También vosotros, los que habéis escuchado la Palabra de la Verdad, el Evangelio de vuestra salvación, en el que habéis creído, habéis sido sellados con el Espíritu Santo prometido, el cual es la garantía de nuestra herencia, para la plena liberación del pueblo de Dios y alabanza de Su gloria.
Porque así está escrito:
1 Co 12-4. “Hay diversidad de dones espirituales, pero el Espíritu es el mismo, diversidad de funciones, pero el mismo Señor, diversidad de actividades, pero el mismo Dios que lo hace todo en todos. A cada cual se le da la manifestación del Espíritu para el bien común. Así el Espíritu a uno le concede el don de hablar en lenguas, a otro la Sabiduría, a otro el don de la fe, a otro el poder curar enfermos, a otro el don de la profecía,… Todo esto lo lleva a cabo el único y mismo Espíritu repartiendo a cada uno sus dones como quiere. Ahora bien, ante DIOS Y EL CRISTO, nadie es más que nadie, y del mismo modo que el cuerpo es uno, aunque tiene muchos miembros y todos los miembros del cuerpo, con ser muchos, forman un cuerpo, así también Cristo. Porque todos nosotros judíos, griegos, libres, esclavos, hemos sido bautizados en un solo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido del mismo Espíritu, porque el cuerpo no es un miembro sino muchos y todos y cada uno de ellos son importantes y necesarios.
Cada uno de nosotros es sumamente importante para Dios, cada uno de nosotros hemos sido rescatados por la sangre derramada del Cristo, cada uno de nosotros bautizados en agua y fuego, con el arrepentimiento sincero de nuestros pecados y nuestra Fe en el Cordero, cada uno de nosotros portador de la llama de Pentecostés, cada uno de nosotros inundado de dones del Espíritu para el servicio de Dios. CRÉETELO Y VÍVELO, AMAZONA Y CABALLERO TEMPLARIO.
Non Nobis.
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