Autora: Soror S.G.+
El Espíritu de Dios dio vigor a hombres para que hablaran el mensaje de la Verdad con denuedo y valentía ante opositores arriesgando su vida. Así dijo Miqueas;
Miqueas 3, 8-12. Yo en cambio, estoy lleno de fuerza, gracias al Espíritu del Señor, de Justicia y de Fortaleza, para anunciar a Jacob su delito y a Israel su pecado, escuchad esto, jefes de la casa de Jacob y vosotros Jueces de la casa de Israel, que despreciáis la justicia y torcéis el derecho, que edificáis a Sión con sangre y a Jerusalén con injusticia. Sus jueces juzgan por soborno, sus sacerdotes enseñan por salario, sus profetas profetizan por dinero y luego se apoyan en el Señor diciendo: ¿Es que no está el Señor en medio de nosotros?. Ninguna desgracia nos alcanzará. Por eso, por culpa vuestra, Sión será arada como un campo, Jerusalén se volverá un montón de ruinas, el monte del Templo un cúmulo de maleza.
Y llegó el Mesías Prometido, en el cual se cumplieron las profecías de antaño, y como había prometido Jesús, solicitó a Su Padre el Espíritu Santo o Fuerza Activa. Cuando ascendió al Cielo y Dios le concedió la autoridad de usar este Espíritu, el cual derramó sobre sus fieles discípulos en el día de Pentecostes y DERRAMA HOY, SIGUIO Y SIGUE hoy en día derramándolo, a favor de quienes se volvían y se vuelven a Dios, por medio del Él.
Así está escrito, en Juan 14, 25-26: “Os he dicho estas cosas estando con vosotros, pero el defensor el Espíritu Santo, el que el Padre enviará en Mi nombre, Él os enseñara todo y os recordara todo lo que Yo os he dicho.
Tal y como habían sido bautizados en agua, entonces todos ellos eran bautizados en fuego para formar un solo cuerpo, aunque ya el Espíritu de Dios había actuado sobre los discípulos como lo prueba el que podían curar y expulsar demonios.
En Mateo, 10,5 ; Marcos 6, 6-13; Lucas 9, 1-6 ;10, 3-2. Elección de los apóstoles.
“Jesús envió a los doce con estas instrucciones. Id a las ovejas perdidas de la Casa de Israel. Id predicando que el Reino de Dios esta cerca, curad a los enfermos, resucitad a los muertos, limpiad a los leprosos, echad a los demonios; gratis lo habéis recibido, dadlo gratis, no llevéis oro, ni plata, ni dinero en vuestras fajas, ni siquiera alforjas pora el camino, ni dos túnicas, ni calzado de repuesto, ni bastón, porque el obrero merece su salario.
Cuando entréis en una ciudad, informaos de quien hay allí digno de confianza y quedaos en su casa hasta que os vayáis de allí. Cuando entréis en la casa, saludadla y si la casa se lo merece, la paz de vuestro saludo descenderá sobre ella si no volverá a vosotros.
16. Os envió como ovejas en medio de lobos. Sed prudentes como las serpientes o inocentes como palomas, tened cuidado con la gente, por que os entregara a los tribunales y os azotaran en las Sinagogas, seréis conducidos por Mi causa ante los gobernantes y gobernadores y reyes para dar testimonio de Mi ante ellos.
Pero cuando os entreguen no os preocupéis sobre como habéis de hablar o que habéis de decir porque en aquel momento se os sugerirá lo que debéis decir, pues no sois vosotros los que habláis, es el Espíritu de nuestro Padre el que hable en vosotros. No les tengáis miedo, porque no hay nada tan oculto que no llegue a descubrirse y nada tan secreto que no se llegue a saber. Lo que os digo en la oscuridad decidlo a plena luz y lo que os digo al oído predicadlo sobre las terrazas. No tengáis miedo de los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma.
Hechos 2 (1-4).  Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar. De repente un ruido del Cielo, como de viento impetuoso, llenó toda la casa donde estábamos. Se les aparecieron como lenguas de fuego que se repartían y se posaban sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en lenguas extrañas, según el Espíritu Santo les movía a expresarse.
(continuará)
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